miércoles, 27 de enero de 2016


Mallon nació en 1869 en Irlanda, pero como muchísimos de sus compatriotas en esa época, poco después emigró a los Estados Unidos. Tras descubrir que tenía un gran talento para la cocina, se convirtió en sirviente doméstica, lo que le permitió tener una placentera vida trabajando en varios hogares de la clase alta neoyorkina a comienzos del siglo XX.
En 1900, todos los residentes de una casa en la que llevaba trabajando sólo dos semanas, se enfermaron gravemente. Entonces Mary se mudó a Manhattan y comenzó a trabajar con otra familia adinerada. Pronto, también todos los miembros de su nueva familia empleadora comenzaron a manifestar síntomas como fiebre y diarrea, mientras que uno de sus compañeros murió. Mary tomó otro trabajo más en la casa de un rico abogado, pero no mucho después 7 de los 8 miembros de la familia estaban gravemente enfermos.
Este alarmante patrón que se repite fue notado por las autoridades sanitarias de Nueva York, que se propusieron investigar a Mary. Ella sin embargo, se negó a aceptar que podía tener algo que ver con esas enfermedades y muertes, a pesar de la notoria evidencia que iba dejando a su paso. Finalmente, por la fuerza, Mary fue sometida a exámentes y se descubrió que era portadora de los agentes patógenos asociados a la fiebre tifoidea, pero para sorpresa de los médicos, ella misma no sufría los síntomas ni las complicaciones de la enfermedad.
Mary, que era la más necia de las cocineras de Nueva York, seguía negando su involucramiento en la propagación de esta epidemia, de modo que tuvo que ser puesta en cuarentena por la fuerza. Estuvo tres años aislada en una clínica, hasta que un hombre del departamento de salud de Nueva York consideró que era inhumano tener a la mujer en estas condiciones, y la liberó, bajo la promesa de que debería abandonar su trabajo como cocinera y hacer todo lo posible para evitar contagiar a otras personas de fiebre tifoidea. ¿Creen que Mary le hizo caso al doctor? Evidentemente no.
Se cambió de nombre y no sólo volvió a trabajar como cocinera en varios lugares, provocando una epidemia en cada uno de ellos, sino que terminó trabajando en un hospital, donde 25 enfermos fueron contagiados y dos de ellos murieron. Tras esto, pasó el resto de su vida en cuarentena, muriendo en 1938.

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